Francia: Homenaje a Éric Hazan, compañero y editor rebelde

Obituario

Éric Hazan, editor rebelde

Enzo Traverso
17 de Junio 2024

El historiador Enzo Traverso rinde homenaje al inmenso editor que fue Éric Hazan, fundador de ediciones La Fabrique y autor de numerosos libros -entre ellos, La invención de París (2002), Una Historia de la Revolución francesa (2012) o también La Dinámica de la revuelta (2015)-, fallecido hace unos días. Repasando su trayectoria, insiste con razón en el papel crucial que ha jugado La Fabrique desde su fundación, en particular para los movimientos antirracistas y descolonizadores.

Éric Hazan -médico, escritor, el mayor editor de la historia de la izquierda francesa después de François Maspero, y uno de los mayores a una escala global- ha fallecido el 6 de junio en París. Se ha extinguido en la ciudad en la que había nacido hace 87 años y de la que había sido su biógrafo. Su muerte es una pérdida para la izquierda, pero su vida sigue siendo el paradigma de una tradición de ambición intelectual y de internacionalismo, que la izquierda siempre debería defender. Lejos de ser un universo cerrado en sí mismo, la edición era para él un sismógrafo del mundo social, con sus conflictos y sus luchas, y un laboratorio de ideas al servicio de la revuelta contra el poder.

La edición era una tradición familiar, pero no se unió a la profesión hasta llegar a la cuarentena. Durante las dos décadas anteriores trabajó como cirujano cardíaco, especializándose en pediatría, campo en el que se convirtió en una figura eminente. Aunque su compromiso político dentro de la izquierda databa de su adolescencia (fue comunista hasta 1956), su primera profesión le absorbió por entero, alejándole de la cultura y de la edición, que serían más tarde sus principales preocupaciones, tanto personales como profesionales.

Éric conjugó siempre trabajo y militantismo. Durante la guerra de Argelia se hizo porteur de valises, portador de maletas, un eufemismo con el que se designaba a los agentes clandestinos que apoyaban al Frente de Liberación Nacional argelino. Cuando estalló la guerra civil en Líbano en 1975, marchó a trabajar de cirujano a un campamento palestino. En 1983, el cirujano abandonó la medicina y tomó la dirección de las Éditions Hazan, la casa de edición especializada en las bellas artes que había sido creada por su padre al final de la Segunda Guerra mundial. Desde entonces, y hasta el final de su vida, sería una figura destacada de la cultura intelectual francesa.

Los libros acompañaron siempre la vida de Éric. Su abuelo, judío egipcio francófono, tenía una librería en El Cairo. Su padre se instaló en París, donde se hizo editor, y se casó con la madre de Éric, una judía rumana nacida en Palestina. Durante la guerra sobrevivieron escondidos en un pueblo del sur de Francia, viviendo de sus ahorros: Éric solía decir que sobrevivir al Holocausto era en la mayor parte de los casos una cuestión de dinero. Quien tenía medios conseguía esconderse; la mayor parte de los deportados eran inmigrantes judíos de Europa central. Era también consciente de la condición particular de su familia en la Francia de postguerra, encarnando la paradoja de ser a la vez inmigrada y burguesa.

Durante la guerra, Éric no acudió a la escuela primaria. Escondido en el sur de Francia, estudió con su familia y leyó los libros disponibles en la casa. Tras la liberación, entró en el liceo Luis el Grande, uno de los establecimientos de enseñanza secundaria más prestigiosos de París, donde se dio cuenta de que había recibido una excelente educación, probablemente mejor que la mayor parte de sus camaradas de clase. Pero aunque le interesaban sobre todo la literatura y la historia, su padre no pensaban que eso le aseguraría una sólida posición social y le empujó a orientarse hacia la medicina.

Una vez que Éric se dedicó a la edición, fue libre de volver a sus verdaderos intereses. Aventurándose más allá de los gustos eruditos, y a fin de cuentas convencionales, de su padre, transformó las Éditions Hazan en una casa de edición de libros de arte moderno de primer orden, abierta a la vanguardia estética del siglo XX, con una atención particular por la fotografía. Cuando me reuní con Éric por primera vez, a mediados de los años 1990, estaba preparando un libre sobre la fotografía y la revolución. Recuerdo el entusiasmo contagioso al describir las dos únicas fotos existentes de las barricadas parisinas de 1848. Estas fotos reunían en sí mismas sus pasiones intelectuales: París, la revolución, el arte y la historia del siglo XX.

Al final de esa década, cuando la concentración de la industria francesa del libro en manos de algunas sociedades amenazaba la independencia de la mayoría de editores, las Éditions Hazan fueron absorbidas por Hachette. Éric no soportaba los imperativos comerciales del nuevo régimen -un modelo de «vigilar y castigar» adaptado al mundo de la edición- y dimitió para fundar La Fabrique, una editorial claramente situada a la izquierda. En lugar de obras de arte, su producción se compondría en adelante sobre todo de obras de teoría crítica y escritos políticos.

Dedicó a ello sus ahorros y durante la mayor parte de su existencia La Fabrique sólo disponía de una única habitación. Pero en este marco Éric pudo poner sus competencias de editor al servicio de sus compromisos políticos. Creó un pequeño comité editorial (del que formé parte durante casi diez años) que se reunía regularmente para proponer y discutir proyectos de libros, ocupándose él mismo, junto con Stefanie, su compañera en esa época, de las relaciones con los autores, el trabajo de lectura, la corrección, las relaciones con la prensa, la administración. La dinámica del colectivo estaba sometida a su dirección carismática, pero podía desempeñar este papel gracias a su atractiva personalidad, en ocasiones sectaria pero nunca dogmática.

Éric nunca fue un editor o un intelectual «orgánico», ligado a un movimiento o a un partido. Se interesaba mucho por el marxismo, tanto por el más clásico como por el contemporáneo, pero atendía también a muchas otras tradiciones francesas anteriores al marxismo. Sus inclinaciones «autoritarias» -herencia de sus héroes Blanqui y Robespierre, cuyos escritos publicó y reivindicó de forma iconoclasta- eran atenuados y sublimados por su generosidad y gentileza personales.

En la hora del neoliberalismo triunfante, cuando la democracia liberal y la sociedad de mercado se han vuelto normas incontestables, supo hacer de la edición una voz disidente, rápidamente convertida en un instrumento indispensable de crítica intelectual y de inconformismo político. La Fabrique se dedicó a reeditar no sólo textos clásicos de Marx, Adorno y Benjamin, sino también volúmenes de teoría crítica contemporánea (por ejemplo, de Giorgio Agamben, Jacques Rancière, Alain Badiou, Daniel Bensaïd y Andreas Malm), libros de historia revolucionaria y estudios literarios sobre Proust o Balzac.

Pero Éric se empeñó también en publicar libros sobre el Holocausto, la crisis de la democracia y el neoliberalismo autoritario, el aburguesamiento de las metrópolis, el «capitaloceno» y los derechos de las minorías de género. La Fabrique recuperó también la tradición de anticolonialismo que había distinguido a otra gran casa de edición francesa, las Éditions Maspero, en los años 1960, concediendo una atención particular a Oriente Medio, dando la palabra a autores palestinos y autores judíos antisionistas.

El propio Éric escribió un ensayo junto con su amigo Eyal Sivan, el cineasta israelí de Route 181 (2003) y de Jaffa: The Orange’s Clockwork (2009), para denunciar lo que consideraban una utilización falaz de la historia judía para legitimar las políticas israelíes de opresión. En este sentido, Éric corresponde al perfil de «judío no judío» teorizado por Isaac Deutscher: el judío que rechaza el judaísmo en nombre del cosmopolitismo y del anticlericalismo, pero que no tiene miedo a presentarse como judío ante los antisemitas. Éric siempre afirmó que su verdadera lealtad era con París, que consideraba su única verdadera patria.

En Francia, La Fabrique se volvió una referencia para el movimiento descolonizador, publicando muchos libros que cuestionaban los dogmas del nacional-republicanismo, desenmascarando su sustrato colonial. La xenofobia y la islamofobia eran sus dianas naturales. Insistía en que este combate no es cuestión de generosidad y de compasión hacia los inmigrados y necesitados (según el slogan clásico de SOS-Racismo: «touche pas á mon pote» [«no te metas con mi colega»], sino de igualdad y de autoemancipación.

Dirigiendo La Fabrique, Éric descubrió también su talento literario. Se volvió un reconocido escritor, historiador y ensayista. Su Invention de Paris (Invención de París, 2002), una historia de la capital francesa contada a través de sus calles, sus plazas, sus monumentos y sus luchas, fue un best-seller internacional. Y su Histoire de la Révolution française (Historia de la Revolución francesa, 2012) sorprendió a muchos lectores rehabilitando la narración -que solía ser considerada obsoleta en el plano historiográfico- como método histórico radical, inspirándose en Balzac y Benjamin, no sin afinidades con historiadores tan diversos como Jules Michelet y E.P. Thompson.

Éric Hazan ha dejado su verdadera impronta política e intelectual en La Fabrique. Al contrario que François Maspero -tal vez el único igual a Éric como editor y hombre de letras, pero que se desanimó y decepcionó cuando decidió dejar su casa de edición para hacerse escritor y ensayista (por suerte, encontró un sustituto en François Gèze, otro gran editor recientemente fallecido)-, Éric supo crear un equipo que asegurará la continuidad de su empresa. Su herencia no será olvidada ni abandonada.

Publicado en contretemps 12/06/2024

https://www.contretemps.eu/eric-hazan-fabrique-editeur-rebelle-traverso/

https://vientosur.info/eric-hazan-editor-rebelde/

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Tél. 01 40 15 02 63
lafabrique@lafabrique.fr
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