Guatemala: La reparación digna de la periodista Norma Sancir

Guatemala: La reparación digna de la periodista Norma Sancir

La comunicadora maya, detenida y encarcelada de manera ilegal en 2014, ha logrado una sentencia histórica que obliga a que la policía de Guatemala se forme en libertad de prensa y en periodismo comunitario con enfoque de género.

Texto: Mª Ángeles Fernández / J. Marcos

Imagen: J. Marcos

Su sonrisa es grande. Y no es adorno, es victoria. La exhibe después de más de nueve años de lucha y de soportar la criminalización por su labor de comunicadora comunitaria. Después de casi una década de alegría arrebatada, ahora no disimula. Está feliz.

Hace unas semanas se ha conocido la resolución judicial que condena a tres policías de Guatemala por abuso de autoridad y que obliga a los cuadros policiales a recibir formación en materia de libertad de prensa y periodismo comunitario con enfoque de género, una sentencia que además exige varias medidas de reparación y que reconoce la labor del periodismo comunitario.

La lucha judicial y la reparación digna de la guatemalteca Norma Sancir se remonta al 18 de septiembre de 2014. Maya kaqchikel y licenciada en Periodismo, Sancir ejercía su labor desde hacía un año en Chiquimula, en territorio del pueblo maya ch´ortí. Aquel día fue a cubrir una manifestación por el desalojo violento de una comunidad indígena. No podo contarlo. Fue detenida y encarcelada.

“No me dijeron nada, solo me detuvieron. Yo les decía: ‘¡Soy periodista, soy periodista!’. Les recité todos mis derechos pero no me escucharon. Me detuvieron y en ese momento fueron dos delitos: por atentado y desorden público. A los cuatro o cinco días, me declaran falta de mérito”. 

Norma Sancir está en la casa de defensoras Basoa. Ha viajado al País Vasco invitada por la organización PBI (Brigadas Internacionales de Paz), junto con otras ocho defensoras y comunicadoras de diferentes territorios de Mesoamérica.

“La captura fue un jueves y salí el lunes en la noche. A partir de ahí, decido poner la denuncia en la Fiscalía de delitos contra periodistas y así empieza un largo trayecto que no me imaginaba. Puse la denuncia porque, avanzara o no, iba a dejar precedentes para futuros incidentes de inseguridad”.

La denuncia avanzó y la sentencia no solo dejó precedentes, sino que ha sido un hito. El 31 de enero de 2024, un juez condenó a tres policías (la cuarta policía implicada se declaró en rebeldía y está en paradero desconocido) por abuso de autoridad por la detención ilegal de Norma Sancir. Las penas de prisión, al ser pequeñas, se conmutaron por el pago de una indemnización económica. El juez concluyó, narra Plaza Pública, que el derecho de libre emisión de pensamiento fue restringido tanto para la comunicadora como para la comunidad, que dejó de estar informada con la detención de la periodista.

“No se pidió la sentencia máxima porque tampoco el objetivo era que se fueran a la cárcel; sabemos que tienen familias y toda la parte humana. No lo hice por dinero ni por venganza, era por justicia, por que se reconociera mi papel y mi labor, por que se reconociera el periodismo comunitario. Después de la audiencia de la sentencia, se da la audiencia de la reparación digna, y ahí en realidad fue la alegría más grande”.

Sentada en el porche de la casa Basoa, con el fresquito del sol de febrero arropando su espalda, Sancir repasa una década de lucha judicial, en la que ha sufrido “incidentes de seguridad” (seguimientos, persecuciones, robos en su casa) que la hicieron abandonar el territorio y la profesión temporalmente, una situación que la impidió firmar artículos y que afectó a su salud. Después de una larga explicación sobre un procedimiento judicial con tres etapas y varios retrasos en las audiencias y en el juicio oral, después de las 19 pruebas presentadas, la comunicadora vuelve a sonreír.

Sus ojos, sus labios y sus pómulos acompañan el relato. Está alegre, lo muestra y también lo dice. Porque la sentencia, más allá de condenar a los policías, obliga al Estado de Guatemala a cumplir diferentes medidas de reparación, de dignificación y de no repetición. “La resolución ha dado un parámetro en la libertad de expresión. No he visto otro proceso donde se haga una alusión tan amplia al periodismo comunitario, a las mujeres periodistas, a ser una mujer maya”, dijo su abogada, Jovita Tzul, a Plaza Pública.

Esos días en Basoa, además de defensoras de derechos humanos, varias periodistas vascas participan en las jornadas de ‘Comunicación y derechos humanos. Encuentro para protegernos’, un debate sobre la protección y el papel de los medios en los procesos de cuidado para la disminución de riesgos de campesinas, feministas, comunicadoras, comunidades indígenas y mujeres organizadas en defensa de la tierra y el territorio. “Los medios de comunicación pertenecen a la sociedad, al pueblo, aunque suelen estar en manos privadas. La comunicación tiene que ser desde la comunidad y para la comunidad, el periodismo es un puente”, apunta en la cita Leslie Benegas, de la hondureña Radio Progreso.

Norma Sancir comparte su proceso de criminalización y estigmatización. Habla de su lucha, de cómo las autoridades quisieron aleccionar con su caso y de la importancia de su victoria. Una victoria personal y colectiva. Individual y gremial. Propia y comunitaria. Reparación digna se escribe en singular, pero que es un concepto amplio, plural y heterogéneo. La periodista la relata.

Medida uno: “La policía debe pedir unas disculpas públicas, a través del Ministerio de Gobernación, con un vídeo que se publique en sus redes sociales”.

Medida dos: “El Ministerio de Salud Pública tiene atender mi estado de salud, desde la parte física y psicosocial, porque el peritaje fue desgastante y tengo que ser atendida”.

Medida tres: “La PNC [Policía Nacional Civil] lleva una currícula y todo el que quiera graduarse tiene que hacer un curso que esté diseñado por periodistas expertos y que lleve contenido de libertad de expresión, de periodismo comunitario con enfoque de género. No pueden graduarse si no reciben ese curso. También deben de llevar una cartilla con toda la parte legal de por qué se debe respetar al periodista con base en mi caso”.

Medida cuatro: “La PNC debe poner plaquetas en todas las comisarías donde se identifique y se den a conocer los derechos y el respeto a la libertad de expresión y, por supuesto, a los periodistas”.

Medida cinco: “El Centro para la Acción Legal en Derechos Humanos [CALDH], como terceros interesados, pidió que el Estado de Guatemala cree un programa de protección para periodistas y políticas públicas en protección a la libertad de prensa y libertad de expresión”.

Reconocimiento del periodismo comunitario

Norma Sancir mira a la nada y repasa: “No sé si se me escapa alguna, pero esas son las fundamentales y esto deja precedentes, no solamente para el reconocimiento del periodismo comunitario como tal, sino para el periodismo en general. La sentencia por eso es que fue noticia, logra dejar un precedente, es la primera sentencia que se logra a favor de una periodista mujer y haciendo periodismo comunitario”.

Periodismo comunitario. Ese es un concepto que Sancir repite en la entrevista y en sus días en el País Vasco, inmersa en lo que la organización PBI llamó “gira popular de utopías”.

“Aunque ella no hubiera llevado chaleco, aunque no hubiera llevado identificación, es un derecho constitucional que está también en tratados internacionales”. Sancir recuerda con satisfacción unas palabras del juez que recoge la sentencia. Cuenta, después de una intensa mañana de debates sobre defensoras y medios, que hace tiempo en Guatemala no se hablaba de periodismo comunitario, sino de comunicación alternativa. Sin ir más lejos, durante los casi diez años que ha durado el caso, muchos medios tradicionales no acudieron a las convocatorias en las que se iba a explicar el proceso.

“Pero el periodismo comunitario lo están haciendo muchos hombres y mujeres, desde hace muchos años, mujeres invisibilizadas que están haciendo radio, que salen a reportar, que salen a tomar fotografías, que cuentan historias de vida, pero que no se les reconoce como periodistas comunitarias y menos como periodistas. Hoy, con la era digital, muchos medios han logrado salir a la luz y eso ha permitido que se reconozca la labor importante de ejercer el derecho de libertad de prensa y de libertad de expresión que está amparado en el Artículo 35 de la Constitución, que dice que cualquier persona puede difundir información. Pero muchos periodistas no lo asimilan como un derecho. Ha habido todo un proceso para que los periodistas comunitarios retomen ese ejercicio como un derecho y sepan que no van a ser criminalizados. Eso es lo importante de la sentencia, que a mí me deja muy satisfecha porque tengo muchos compañeros y compañeras que están ahí en el territorio, en primera línea, tratando de informar”.

Ante el deterioro de su salud y un nuevo incidente de seguridad, la Red Novi [Red de la No Violencia Contra las Mujeres] la trasladó a la Ciudad de Guatemala para que realizara un proceso de sanación integral: psicosocial, física, espiritual. “Ahí entendí que tenía que darme tiempo, que debía de hacer una pausa, aun con mucha resistencia”, recuerda.

“Cansa llevar la parte personal de cuidados desde la casa, atender a mi hijo, que ha sido mi motorcito, por supuesto, cansa llevar este proceso político, cansa estar viendo cómo te sostienes económicamente; cansa, pero siempre lo he dicho y lo sigo diciendo: creo que la fuerza me la ha dado toda esta red, el haber aceptado dar pausas, el haber aceptado el apoyo de la red, pero también el ver la fuerza de las comunidades mayas chortí, ver a esas mujeres en desigualdades, sin acceso a educación, sin acceso a servicios, resistiendo contra una mina, resistiendo contra la economía, resistiendo contra la sequía, resistiendo y estar ahí de frente siempre. Es lo que digo yo: ellas pueden, yo tengo otras condiciones, también tengo que poder. Muchas de las fuerzas me las han dado las mujeres chortí, el Consejo chortí de Olopa, el respaldo comunitario fue muy fuerte para poder avanzar en el juicio y poder estar hoy aquí”.

El pasado 3 de mayo, se escribió un nuevo capítulo de esta reparación digna. Norma Sancir recibió un homenaje en el patio de La Paz del Palacio Nacional de la Cultura, en presencia del presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo.

“Con este reconocimiento me siento más que comprometida para seguir realizando el periodismo comunitario que he realizado por más de 14 años. Este compromiso es con las comunidades indígenas, con las comunidades vulnerables, por su puesto”. En las fotos de  la crónica de Prensa Comunitaria  de ese día, Norma Sancir sonríe.

www.pikaramagazine.com/2024/05/la-reparacion-digna-de-la-periodista-norma-sancir/

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