Por la liberación de Óscar López Rivera preso político de Puerto Rico en EE.UU

__Oscar_PR
reenviado por p.delablanca@hotmail.com y comentariosymusica@gmail.com

Oscar López Rivera lleva más de 33 años en una prisión de los EE.UU., en donde cumple  condenas por «conspiración sediciosa», es decir dos  condenas que suman 70 años de cárcel. No ha cometido delito de sangre alguno.  Su delito es luchar por la independencia de Puerto Rico. La suya es una vida al servicio de la independencia de su patria.
Nuestro compañero de Ojos para la Paz, Alejandro Torres Rivera, nos envía desde Puerto Rico,  la ponencia que ha presentado sobre el tema, el 28 de junio de 2014, hace solo dos días, en la Universidad Autónoma de Santo Domingo sobre este preso político.

Ojos para la paz se une a las peticiones de excarcelación de Óscar López Rivera
http://www.ojosparalapaz.com

Junio 30 del 2014
Saludos: Adjunto les hago llegar la ponencia presentada el pasado 28 de junio de 2014 en la Biblioteca Pedro Mir de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. La actividad, dedicada a Oscar López Rivera, se efectuó auspiciada por el Comité de Derechos Humanos- Se sumó a la convocatoria el Vice Rector de Extensión de la USAD y la Comisión de Derechos Humanos. LA diferencia entre la Comisión y el Comité es que el último es una estructura no gubernamental que tiene como base la población de los barrios y la comunidades. De la actividad surgió la fundación de un Comité para la excarcelación de Oscar López Rivera donde los convocantes formarán parte. A la actividad concurrieron  107 personas representantes de los organismos convocantes.
Alejandro
alejandro.torresrivera@gmail.com

OSCAR LÓPEZ RIVERA: testimonio de una vida al servicio de la independencia de su patria

Alejandro Torres Rivera
26 de junio de 2014

El pasado 2 de mayo de 2014 tuvimos la oportunidad, junto a
la compañera Wilma Reverón Collazo, sobrina de nuestro héroe
nacional Oscar Collazo y co presidenta del Movimiento
Independentista Nacional Hostosiano del cual ambos formamos
parte de su dirección, de visitar en la prisión de Terre Haute al preso
político puertorriqueño Oscar López Rivera. Aún palpita en nuestro
corazón la emoción de aquel primer abrazo a quien durante los
pasados 33 años, por voluntad propia y tomando la expresión de sus
propias reflexiones, ha hecho el sacrificio personal de tan largo
cautiverio con el único propósito de inspirar la resistencia de nuestro pueblo.

Luego de un viaje de más de cuatro horas junto a otro gran
luchador, Ricardo Jiménez, condenado a 98 años de prisión en 1980
y cuya libertad fuera alcanzada en 1999, pudimos finalmente
reunirnos con Oscar en una fría prisión de Indiana. Era poco más de
las 9:00 a.m. cuando llegamos a la prisión. Para nosotros, la
incomodidad del lugar se vio superada de inmediato con la
posibilidad de, más allá de un abrazo de saludo o el otro de
despedida, poder tener entre nosotros, casi rozando nuestros
cuerpos, el calor de un ser humano tan excepcional como Oscar López Rivera.

¿Quién es Oscar López Rivera? ¿Por qué este ser humano
representa hoy la voluntad de lucha del pueblo puertorriqueño por su
libertad, el rescate de su soberanía y su independencia nacional?

Permítanme compartir con ustedes esta tarde algunos datos.
El pasado 29 de mayo se cumplieron 33 años de prisión Oscar
López Rivera, el prisionero político más antiguo del Hemisferio, quien
continúa extinguiendo en una prisión federal dos sentencias que
en conjunto suman 70 años de cárcel. Oscar no cumple condenas
por delitos de sangre, Oscar no cumple condenas por delitos contra
la persona, Oscar cumple sentencias, condenado por un tribunal
estadounidense por el delito de conspiración sediciosa. El delito de
conspiración sediciosa es un delito existente dentro del ordenamiento
penal de Estados Unidos desde los días previos a la Guerra Civil que
libró dicho país entre aquellos estados que promovieron la secesión,
reclamando el derecho a la sepación política y a formar su propia
unidad sobre bases distintas al federalismo y aquellos que optaron
por mantener y preservar la Unión. En el caso de Oscar, su delito es
haberse planteado ejercer el derecho que tiene todo ciudadano en
todo país intervenido y ocupado por alcanzar por aquellos medios a
su alcance, el ideal patrio de la independencia y la soberanía. En el
contexto colonial de Puerto Rico, alcanzar tal ideal como combatiente
anti colonial, suponía para él echar abajo las instituciones que sobre
su país ejerce Estados Unidos. En el caso particular de Oscar, su
espacio de acción fue el lugar donde creció y se desarrolló como
adulto una vez su familia emigró hacia Estados Unidos, la ciudad de Chicago.

Nacido en 1943 en un pueblo del interior de nuestra Isla, San
Sebastián, lugar donde fueran derrotadas los insurgentes
independentistas tras el Grito de Lares en 1868, a los 11 años su
familia se trasladó a residir a Chicago. Le llevó a esta ciudad, las
mismas razones por las cuales decenas de miles de famlias
puertorriqueñas o dominicanas en aquella década y más adelante
emigrarían a ciudades como Nueva York, Filadelfia, Boston, Hartford
y tantas otras, en busca del empleo que no encontraban su su patria.

Durante la primera mitad de la década de 1960 y al calor de
Guerra de Vietnam, bajo la ley estadounidense del Servicio Militar
Obligatorio, Oscar fue llamado al servicio militar y más adelante,
desplazado hacia las selvas de este heroico país como solidado. Allí
cumplió Oscar un año de servicio militar en zonas de combate donde
se distinguió por su coraje y valentía logrando rescatar varios de sus
compañeros heridos en pleno combate por lo que recibió la distinción
militar de Estrella de Bronce por heroísmo.

Terminada su estadía en Vietnam, a su regreso a Chicago
donde residía, Oscar se integró muy pronto a las luchas de
su comunidad en defensa y afirmación de los derechos de los
puertorriqueños combatiendo el discrimen racial, la marginación y el
clientelismo de aquellos que aspiraban a enriquecerse a costa de la
miseria humana. Allí radicalizó su pensamiento político y ahondó su
conciencia social.

Decía Eugenio María de Hostos que de todos los tormentos
que podía imaginar  «ninguno es más terrible que el de perder el
tiempo de la acción en la palabra». Así Oscar, tornando en acción
diaria la lucha por su comunidad, por su gente y por la libertad
de Puerto Rico tomó su decisión. Junto a otros compañeros y
compañeras, Oscar se integró a la lucha organizada en lo que
alguien llamó alguna vez  «la retaguardia de nuestro pueblo», para
así, desde las propias entrañas del monstruo imperialista, impulsar la
independencia de su Patria. De la labor política abierta y legal, Oscar
y sus compañeros y compañeras de lucha pasarían eventualmente
al clandestinaje para desde esa otra trinchera, continuar el desafío
necesario en el forcejeo por la lucha de independencia.
____PR_Oscar
Su captura se produjo en 1981. Un año antes, en 1980, sus
compañeros de lucha Haydee Beltrán, Luis Rosa, Ricardo Jiménez,
Elizam Escobar, Carmen Valentín, Carlos Alberto Torres, Dylcia
Pagán, Adolfo Matos, Alicia Rodríguez e Ida Luz Rodríguez habían
sido capturados. Más adelante, en 1983, ocurriría lo mismo con otra
camada de luchadores y luchadoras con las capturas de Alejandrina
Torres, Edwin Cortés y Alberto Rodríguez. Ya antes, también había
sido capturado en la ciudad de Nueva York, otro luchador
puertorriqueño William Guillermo Morales quien habiendo sufrido las
consecuencias de una explosión, perdió una mano y todos casi
todos los dedos de la otra. Convaleciendo en un hospital y
manteniéndose bajo vigilancia permanente, William Guillermo logró
escapar manteniéndose en la clandestinidad hasta que
eventualmente fue capturado por las autoridades mexicanas desde
donde eventualmente logró viajar a Cuba donde actualmente reside.

Salvo uno de los prisioneros capturados cuyo nombre aquí no
menciono, que se prestó para la traición, los prisioneros asumieron al
momento de sus capturas frente a las autoridades estadounidenses
la condición de prisioneros de guerra. Como tales, reclamaron
la condición de combatientes anti coloniales, no reconociendo
la jurisdicción de los tribunales de Estados Unidos por lo que
demandaron ser procesados por un tribunal internacional o por un
tribunal de un tercer país que no formara parte del conflicto anti
colonial entre Puerto Rico y Estados Unidos.

De acuerdo con el Protocolo I de la Convención de Ginebra de
1949, la protección que dicho Convenio Internacional que reconoce
a los prisioneros de guerra, se extiende también a personas
capturadas en conflictos o luchas contra la ocupación colonial, la
ocupación de un país por parte de regímenes racistas y a aquellos
otros que participan de luchas por la libre determinación de sus
pueblos. Así lo ratifica también la Resolución 2852 (XXVI) de la
Asamblea General de las Naciones Unidas de 20 de diciembre de
1971 y la Resolución 3103 (XXVIII) del 13 de diciembre de 1973,
cuando establece:

“Todo participante en los movimientos de resistencia,
luchando por la independencia y la autodeterminación si es
arrestado, tiene que recibir el tratamiento estipulado en la
Convención de Ginebra.”

De acuerdo con el referido protocolo, un prisionero de guerra
no puede ser juzgado como un criminal común, mucho menos si la
causa de tal procedimiento descansa en actos relacionados con su
participación en una lucha anti colonial.

El carácter político de los procesos legales seguidos por
Estados Unidos contra estos prisioneros lo determina la naturaleza
de las acusaciones hechas contra ellos, donde como indicamos, se
les imputó conspiración sediciosa para derrocar el gobierno de
Estados Unidos. A lo anterior se suma el carácter desproporcionado
de las sentencias impuestas. En el caso de la mujeres capturadas, el
promedio de las sentencias impuestas fue de 72.8 años; mientras
que en el caso de los varones, el promedio fue de 70.8 años. En el
caso particular de Oscar, las sentencias impuestas ascienden a 70
años de prisión.

A través de los años, múltiples resoluciones del Comité de
Descolonización de las Naciones Unidas demandaron y aún
demandan del gobierno de Estados Unidos la excarcelación de los
prisioneros políticos puertorriqueños. De hecho, tan cercano como el
pasado 21 de junio de 2014, en el contexto de la Resolución del
Comité de Descolonización de las Naciones Unidas, dicho
organismo internacional expresó:

 ̈Pide nuevamente al Presidente de los Estados
Unidos que ponga en libertad a los siguiente presos
políticos puertorriqueños que cumplen condenas en
prisiones de Estados Unidos por causas relacionadas
con la lucha por la independencia de Puerto Rico: Oscar
López Rivera, quien cumple su condena desde hace
más de 33 alos y cuyo caso es de carácter humanitario,
y Norberto González Claudio, que fue detenido más
recientemente.
Tribunales especiales convocados desde la sociedad civil
igualmente han demandado su excarcelación y denunciado
específicamente las condiciones bajo las cuales se les ha mantenido
encarcelados. Tales fueron los pronunciamientos del “Tribunal
Permanente de los Pueblos”, el cual sesionó durante los días 27 al
29 de enero de 1989 y del “Tribunal Especial Internacional sobre
Derechos Humanos de los Prisioneros Políticos y Prisioneros de
Guerra en Prisiones y Cárceles de Estados Unidos”, llevado a cabo
los días 7 al 10 de diciembre de 1990 en la ciudad de Nueva York.

En el caso de Oscar López Rivera, durante la Administración
de William Jefferson Clinton, en ocasión del indulto que fuera
conferido a la mayoría de los prisioneros políticos puertorriqueños en
1999 que para entonces habían cumplido cerca de 20 años de
prisión, se ofreció la posibilidad de la excarcelación de Oscar López
Rivera unos años después de la salida del primer grupo. Esta oferta
fue rechazada por Oscar mientras permanecieran encarcelados
otros de sus compañeros, como era el caso de Carlos Alberto Torres
y Haydee Beltrán, a los cuales las condiciones de salida no se
incluían bajo las condiciones ofrecidas a los otros prisioneros. Estos
últimos, sin embargo, ya se encuentran fuera de prisión. En el caso
de Oscar, el indulto que se ofrecía prolongaba su fecha de salida por
diez años adicionales, es decir, saldría en 2009. La negativa a salir
en aquel momento, canceló sus posibilidades. Luego de la
excarcelación de sus compañeros Carlos Alberto y Haydée, Oscar
solicitó su salida condicional de prisión al haber cumplido una
porción sustancial de su sentencia. La misma, sin embargo, le fue
denegada, indicándole sus carceleros que debía esperar para volver
a plantear su solicitud, diez años adicionales. Para entonces, Oscar
habrá cumplido 80 años.

Al reclamo por la excarcelación de Oscar López Rivera se ha
sumado básicamente la totalidad del pueblo puertorriqueño.
Dirigentes políticos, religiosos, comunitarios, representantes del
movimiento obrero, de los gremios profesionales, el sector
cooperativista, organizaciones juveniles y estudiantiles; en fin, el
más amplio conjunto de representantes de la sociedad civil
puertorriqueña, demandan la excarcelación de Oscar. Igual ha
ocurrido en amplios sectores de la comunidad puertorriqueña en
Estados Unidos, así como otros importantes reclamos desde la
comunidad internacional.

Estados Unidos, quien se pasa caminando el mundo,
ufanándose ante otros pueblos de su régimen democrático y liberal,
se coloca en entredicho ante dicha comunidad internacional cuando
a un pueblo bajo su sujeción política se le niega el derecho a la libre
determinación e independencia; cuando dentro de su propio sistema
carcelario mantiene por más de tres décadas un prisionero político,
acusado de sedición como resultado de su lucha anticolonial como
es el caso Oscar López Rivera.; cuando ejerce políticas coloniales
sobre otro pueblo, negándose a transferir los derechos conculcados
a dicho pueblo a raíz de una invasión efectuada hace 116 años;
cuando se niega a descontaminar y devolver terrenos que por
espacio de más de 60 años contaminó como es el caso de Vieques,
afectando la salud de la población como resultado de sus prácticas militares.

La persecución por parte del gobierno de Estados Unidos
contra aquellos que luchan por la independencia de Puerto Rico ha
sido una constante en nuestro país a lo largo de los pasados 116
años de colonialismo impuestos como resultado de la Invasión de
1898. Sobre el particular, el profesor José “Ché” Paraliticci, en su
libro Cien Años tras las rejas: Historia de los presos
independentistas puertorriqueños bajo el régimen de Estados
Unidos, indica:
“Desde que Estados Unidos invadió a Puerto
Rico en 1898 y comenzó a regir política y militarmente
sobre el país, no ha habido una sola década en que
algún independentista no haya ido a la cárcel, tal vez con
la excepción de la década del veinte. No obstante, en
todos los demás periodos, comenzando en 1899, se ha
acusado al independentismo de violar infinidad de leyes
y, como consecuencia, sentenciados a prisión tanto en
Puerto Rico como en el propio Estados Unidos. Al
independentismo se le ha imputado haber violado la ley
del correo, del servicio militar obligatorio, de armas, de
explosivos, del gran jurado y de la mordaza. También se
les ha acusado de conspiración, sedición, agresión,
desacato, incitación a motín y penetrar sin autorización a
propiedad de los Estados Unidos en Puerto Rico, entre
otras. Por estas acusaciones son cientos de
independentistas los que han estado tras las rejas a lo
largo de este siglo.

El independentismo sentenciado durante estos
cien años no ha sido únicamente el puertorriqueño
residente en Puerto Rico. Asimismo, han estado en
prisión puertorriqueños residentes en Estados Unidos
tanto como no puertorriqueños simpatizantes de la lucha
de independencia puertorriqueña.”

El Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien tiene a
su alcance el ejercicio del indulto presidencial, visitó en el mes de
junio de 2011 a Puerto Rico dentro del marco de una reunión del
llamado Comité Interagencial de Casa Blanca. El Presidente Obama
expresó dos años antes que reconocía el derecho a la libre
determinación del pueblo puertorriqueño. Más aún, indicó la
importancia de que los puertorriqueños nos pusiéramos de acuerdo
en asuntos que competen a nuestra libre determinación. La libre
determinación de un pueblo no es posible con la presencia de
prisioneros políticos en cárceles del imperio cumpliendo prisión
como resultado de su lucha anticolonial. Los puertorriqueños sí
tenemos un consenso en la demanda de la excarcelación de Oscar
López Rivera. Quien le niega la posibilidad de excarcelación a Oscar
es el Presidente Obama, el cual tiene a su alcance la prerrogativa de
un indulto presidencial.

Como en el caso de los ex prisioneros nacionalistas en
cárceles federales, los recordados Irvin Flores Rodríguez y Andrés
Figueroa Cordero, cuando le visitamos en prisión en su cuerpo
pequeño y en alguna medida frágil, palpamos cómo en Oscar se
concentra un mundo de humanidad, valor y resistencia. Las horas
durante las cuales conversamos fluyeron tan aprisa que era como si
el tiempo corriera a una velocidad distinta a la que acostumbramos.
Cuando llegaron las dos y media de la tarde y era hora de salir, a
pesar de que habían transcurrido de manera casi ininterrumpida más
de cuatro horas de continua conversación, los temas todavía
parecían apenas iniciados. Oscar, con voz pausada y reflexiva, nos
planteaba sus preocupaciones sobre la necesidad de una mayor
solidaridad en nuestro pueblo en su diario vivir; de la necesidad de
inculcar en nuestros jóvenes un sentido de responsabilidad
ciudadana hacia nosotros mismos y buscando lo que él describía
como  ̈la grandeza del corazón boricua ̈. Para Oscar, en Estados
Unidos, se vive un déficit de compasión. Por eso llamaba la atención
a la importancia de que mantuviéramos y preserváramos esa
característica de solidaridad humana que aún existe en nosotros los
puertorriqueños(as).  ̈Hay que enraizar las ideas de un pueblo para
así darles esperanzas ̈, nos decía.

Echando una mirada al independentismo, nos planteaba
la importancia de pensar las cosas fuera del cajón donde nos
encontramos; procurando no repetir experiencias que ya han
demostrado su fracaso. Señalaba Oscar que  ̈no debemos insistir
en repetir las mismas cosas que ya se demostró no funcionan, No
debemos repetir lo que ya ensayamos y fracasamos, hay que buscar
cosas nuevas, nuevas formas de hacer las cosas. ̈ En su percepción,
es momento de dejar atrás el  ̈kiosquismo ̈, destacando que no
importa dónde esté la persona, lo importante es que esa persona
forme parte de la lucha. Y para Oscar, como indicara Juan Antonio
Corretjer en su libro La Lucha por la independencia,  ̈la vida es lucha
toda, lo demás es nada, es moda ̈.

Oscar nos dijo que si no se producía a corto plazo su
excarcelación , le quedan aún diez años más en prisión antes de
terminar de cumplir su condena. Por eso, nos dijo, se cuida, cuida
su alimentación hasta donde puede hacerlo una persona que se
encuentra en prisión. Está convencido de que saldrá, aunque sea
a sus ochenta y pico de años; está convencido de que regresará
a nosotros, a su pueblo, a Humbolt Park en Chicago, a su San
Sebastián del Pepino en Puerto Rico.

En esta larga conversación pudimos constatar que Oscar
se encuentra al día en todo: lectura de libros, temas de política
internacional, la situación en Puerto Rico, los desarrollos políticos en
Estados Unidos. Nos habló de los daños que ha infligido al pueblo
mexicano el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos; cómo
la política exterior de Estados Unidos conduce al empobrecimiento
de otras naciones; como en las universidades, el control corporativo
se manifiesta y evidencia en quiénes son y a quiénes responden los
integrantes de sus Juntas de Síndicos; como estos intereses
corporativos de apropian de los resultados de las investigaciones de
sus estudiantes y profesores. En el caso particular de Puerto Rico,
señalaba, ante la situación de crisis planteada y la búsqueda de
alternativas, que cuando el desarrollo propuesto depende de
recursos que provienen de afuera, los beneficios siempre van a
parar a afuera. Por eso entiende que Estados Unidos puede invertir
en Puerto Rico lo que quiera y nunca habrá un verdadero desarrollo.
Reconoce, sin embargo, que en el colonialismo siempre hay válvulas
de escape. Por eso, plantea, hay que  ̈buscar un proyecto que
perdure y permita un cambio en la estructura política donde el
pueblo se empuje a sí mismo. ̈ Para él, no hay sentido al
colonialismo. Nos indica que  ̈ningún administrador de una colonia
puede más que administrarla ̈. Por eso señala, en Puerto Rico Wall
Street y Washington son los que tienen el poder real.

En cuanto a cómo desembarazarnos de la colonia, Oscar
planteó e insistió en la importancia de la educación y el poder
ciudadano. En la controversia sobre la privatización de los servicios
públicos que tanto nos golpea en nuestro país bajo el modelo
neoliberal, nos indica que la lucha contra dichas políticas nos ofrecía
una magnífica oportunidad para enfrentarnos precisamente a los
poderes de Wall Street y Washington.

También obtuvimos dentro de la conversación
respuestas a algunas de nuestras inquietudes. Por ejemplo, al
explicarnos las difíciles condiciones del período de su encierro
donde estuvo en total aislamiento en la prisión de Marrion, Illinois,
por más de una década; una prisión de máxima seguridad diseñada
para la modificación de conducta a través del aislamiento total y la
pérdida de percepción sensorial, nos decía que las fuerzas para no
dejarse derrotar bajo tales condiciones, provenían de una
conversación telefónica que en algún momento sostuvo, estando de
visita Oscar Collazo en casa de Don Juan Antonio Corretjer, Oscar
Collazo fue otro de nuestro héroes nacionales acusado de formar
parte del comando nacionalista que el 1 de noviembre de 1950 atacó
la Casa Blair, residencia provisional del entonces presidente de
Estados Unidos. Ese otro Oscar, condenado a muerte y quien
permaneció largo tiempo esperando su ejecución hasta que su
sentencia fue conmutada por cadena perpetua, le aconsejó y sus
consejos, nos indicó, fueron como un bálsamo de fuerza, voluntad
de resistencia y norte para su lucha en la prisión.  ̈Lo importante
para mi fue hablar con Oscar Collazo ̈, nos dijo;  ̈sus consejos me
dieron la fuerza necesaria ̈, seguidamente apuntó. Concluyó
indicando que Oscar Collazo  ̈fue un ejemplo inspirador ̈.
Oscar también nos habló de la solidaridad recibida por parte de
las organizaciones revolucionarias mexicanas en Estados Unidos y
México señalando que  ̈siempre agradecerá lo que hicieron ̈.

Mientras Oscar hablaba, se frotaba constantemente sus
diminutas manos, acariciaba tiernamente una a la otra, como si
entre ellas tuviera su pueblo, sus recuerdos, su familia, sus seres
más queridos, sus compañeros y compañeras de lucha. También
hablamos de cosas más lejanas en sus experiencias de vida como
fue el tiempo en que estuvo en Vietnam, en medio de la selva como
soldado en aquella guerra odiosa contra un pueblo que resistía
y luchaba. De aquellas experiencias Oscar guarda importantes
recuerdos, algunos de los cuales fueron compartidos con nosotros.

Quedó impreso en mi memoria del viaje cuando Ricardo, el
ex prisionero político que nos llevó al encuentro con Oscar y quien
compartió prisión con él, nos habló del momento en que Oscar
decidió no aceptar la oferta de libertad condicional que le hiciera
el presidente Clinton, cuando se negó a abandonar la prisión en
la fecha ofrecida si no salían antes sus compañeros. En aquel
momento de la conversación Ricardo nos dijo:  ̈sencillamente hizo lo
mismo que había hecho cuarenta años antes en Vietnam cuando por
valor en combate, fue condecorado con la Estrella de Bronce. Oscar
noabandonó a sus compañeros. No lo hizo en Vietnam y no lo hizo
con nosotros.

Un comentario final que figura en nuestra reflexión de este
viaje es la importancia que Oscar le da a una figura de la historia
estadounidense, que por circunstancias también históricas, guarda
relación con el desarrollo nuestro: el general Nelson Miles. Haciendo
el recuento de la participación de Miles en las últimas guerras del
gobierno de Estados Unidos con las poblaciones originarias en dicho
país, señalaba que este personaje, luego de acabadas las guerras
contra las tribus indígenas en Estados Unidos, llegó a Puerto Rico
como parte de las fuerzas invasoras estadounidenses en 1898. Al
llegar prometió lo que hipócrita y falsamente ya había prometido a las
tribus indígenas: libertad, bienestar y democracia. Ninguna de esas
promesas se cumplieron para los pueblos indígenas y ciertamente,
en la colonia, no hay libertad política, el bienestar es para los
sectores más acomodados del capital y la democracia se limita
a votar por aquellos que tan solo administran la colonia mientras
preservan los intereses del imperio que nos sojuzga. Por eso está
presente en Oscar su preocupación en torno a si Estados Unidos
realmente no nos lleva como país y como nación a la condición de
una reservación más dentro de sus políticas de dominación imperial.

El caso de Oscar López Rivera es hoy una bandera de lucha
de un pueblo que como él en prisión, ha resistido por largos años
frente al poder colonial; que se niega a dejar de ser lo que es; que
busca su fuerza en sus hijos e hijas que están dispuestos a luchar
hasta lograr acariciar el sueño de su libertad plena. Oscar López
Rivera ha cumplido 33 años en prisión y se mantiene en lucha, como
lo ha hecho su pueblo luego de 116 años de dominación colonial por
parte de Estados Unidos. Démosle un empuje a su excarcelación.

Es hora de que regrese a nosotros, a casa. Muchas gracias por su
apoyo y por su solidaridad.

____Oscar-Lopez-Rivera


About this entry